Ya en la seguridad de su cuarto, Natalia se desvistió le dolía el trasero, le ardía bastante, se miro al espejo poniéndose de puntitas de espaldas, quería mirar cómo se veía su trasero después de ser desvirgado por el chofer, pero por mas que se ponía en distintas posiciones no lograba ver bien, así que tomo su celular fue a su cama se coloco en posición perruna, y se tomo dos fotos de su trasero.
-hay dios que es esto me…me abrió me…abrió ¿que me hizo? me dejo abierta-pensó asustada la chica, que llevo su manita a su agujero para tocar y comprobar, su dedo de en medio cabía perfectamente bien, lo metió dando un pequeño saltito moviéndolo dentro, cuando lo saco lo miro y se dio cuenta que tenía todavía restos de semen.
-¿que es esto su esperma? con razón ya no me dolió tanto la segunda vez que me introdujo su pene-la chica pensaba ya más calmada y era verdad, disfruto mas la segunda vez, que fue tomada por el culo esa mañana.
-¡aaahhh! ¿Camilo que me pasa? ¿Que voy a hacer contigo? ¿Estoy tan confundida? ¿Ya no sé si me tomas por la fuerza o yo me entrego? creo que será mejor seguirle el juego y hacer lo que él quiera, o ponerle un alto a todo esto, no sé qué hacer, mama ojala y estuvieras aquí para guiarme y darme un consejo-se decía la chica acostada totalmente desnuda sonrojada, por alguna razón no se quería tapar, no quería usar ropa simplemente quería descansar y recordar lo vivido en la mañana.
en el otro cuarto, Mireya también se veía al espejo, se sentía muy linda y sexy por alguna razón, recordaba como camino en medio de todos esos chicos que la miraron devorándola con los ojos, se paseaba entrenando los pasos que su madrastra le había dicho que hiciera, tomaba su ropa que era casi parecida, shorts de mezclilla y faldas de la misma tela, tenis, blusas con y sin mangas, sus vestidos los veía muy infantiles floreados y de un solo color la mayoría a la rodilla, pantalones normales que para ella no eran nada sexys, se disgusto ya no le gustaba esa ropa, pero que podía usar pensaba ella.
Rebeca por su parte, pensaba en como adueñarse del diario de Natalia, quería saber y sabia que su madre, no le diría del todo que había pasado, decidió que a la primera oportunidad se metería a su cuarto y lo tomaría, buscándolo de una manera rápida, un poco más tarde Ingrid las llamaba para comer.
viernes último día de clases, las chicas subían al carro para ir a la escuela como siempre llegaron, Camilo le señalo la esquina a Natalia y ella sabía lo que significaba, debía faltar a clases he irse con él, volvió a hacer lo mismo dejo a Mireya y salió del campus, Rebeca que se encontraba platicando con una de sus amigas, creyó ver que la gemela volvía a salir sola, la chica no podía salir del bachiller las puertas estaban cerradas, pero los muros eran de esos que intercalan los bloques de cemento con los que son construidos, dejando espacios para poder ver a la calle, así que desde dentro de la escuela la siguió, logrando ver el carro de Camilo y a Natalia ingresar nuevamente, rascándose los ojos pudo ver que el viejo le dio un beso en la mejilla que fue bien recibido por la chica, Rebeca se sorprendió muchísimo y le dio asco ver, como era posible que Natalia se dejara hacer eso por un viejo feo, si ella era tan bonita ahora más que nunca debía robar ese diario.
-traes dinero Naty-le decía el viejo, que iba manejando.
-si me traje todos mis ahorros como me dijo, son casi 10 mil pesos- decía la chica, con la vista al frente a un viejo que llevaba una mano sobándole la pierna.
-bien vamos al centro comercial jejeje-y así transcurrió la mañana para Natalia, que fue llevada tienda por tienda por el viejo, ella le había dado el dinero, el viejo le compro ropa como de una joven mayor, faldas, medias, zapatillas, blusas, vestidos, tangas, cacheteros de encaje, ligeros, que la chica se ponía en el probador y salía para que el viejo diera su visto bueno, en algunas ocasiones las empleadas se quedaban expectantes, de ver que la chica le pedía permiso al viejo y compraba solamente lo que él le decía que era correcto, incluso se compro dos pares de lentes que al viejo le gustaron, la chica se gasto todo el dinero en ropa que ni siquiera le gustaba.
-Don Camilo a mi no me gusto nada de lo que compramos, yo no me quiero vestir como una señora, siento que estoy demasiado joven para usar esa vestimenta, además me gaste todo el dinero ¿Cómo le voy a hacer para meter las bolsas a la casa? me van a regañar por no ir a la escuela, mejor la devolvemos-decía la chica que estaba nerviosa y molesta con el viejo, por hacerla gastar sus ahorros.
-que lo devolvemos ni que nada, ya te dije que tu ya no eres una chiquilla, eres mi vieja y yo quiero que te vistas así, ahorita no hay nadie en tu casa, tu mama se sale y llega antes de que lo hagan ustedes, te dejare en la escuela para que te metas y voy para la casa a meter esto a tu cuarto, cuando llegues las acomodas en tu closet y listo, después regreso por ustedes a la escuela, eso si el lunes te quiero ver con el vestidito blanco que compramos, mi amor jejeje-Camilo le daba instrucciones enfrente de la gran entrada de la escuela, para después ir a toda velocidad a su casa ya que solo faltaba una hora para salir.
Sábado en la mañana, la familia desayunaba felizmente todos reunidos, ya que Ricardo no trabajaba los fines de semana, por ser jefe y dueño de sus negocios.
Ingrid, niñas, que van a hacer hoy- pregunto, el también jefe de familia.
-quería ir con Rebeca al centro comercial, a comprarme unas botas como las suyas, y unos nuevos tenis estos ya me lastiman un poco ¿me das dinero?-pregunto Mireya, volteando a ver a Rebeca para saber si la acompañaba, lo extraño es que no invito a Natalia, que estaba muy pensativa.
-a si, si quieres te acompaño y así te digo como vestir correctamente, esa ropa no te ayuda jijiji-le comento Rebeca con una sonrisa, ellas se llevaban bien desde el día del asalto a la tiendita de Don Pablo.
-yo también quería ir a dar una vuelta a cualquier lado, estoy un poco aburrida de estar aquí en la casa ¿Natalia quieres ir también?-Ingrid se apuntaba a ir con ellas, esperando que Natalia dijera lo mismo, pero la chica estaba sumergida en sus asuntos personales con el chofer, que ni el plato de fruta picada que tenia había tocado.
-Naty hija ¿que te pasa?-pregunto el señor, la chica al escuchar eso de Naty reacciono, levanto la mirada así le decía Camilo, todos la miraban y ella que estaba distraída, no sabía por qué.
-¿Qué, que perdón que decían?-dijo la chica, las tres mujeres dijeron al mismo tiempo.
-¿Qué si quieres ir de compras al centro comercial?-se escucho como coro, Natalia solo contesto.
-no vayan ustedes, tengo mucha tarea necesito estudiar, siento que no aprendí nada esta semana y estoy nerviosa, porque vienen los exámenes de mes-dijo la chica que no había ido dos días a la escuela por andar cogiendo con Camilo, también no quería ir para que no la reconocieran, ya que un día antes había ido con el viejo y seguro irían al mismo centro comercial.
-así me gusta que seas, responsable pero dime ¿no te importaría quedarte sola? quiero ir con ellas para comprarle algo a Rebeca y a Ingrid-pregunto Ricardo, que por el trabajo sentía que tenía muy abandonada a su nueva mujer, y no se daba cuenta que descuidaba a su hijas.
-no creo que le importe, Camilo la puede cuidar muy bien ¿no es cierto Naty?-Ingrid lo dijo en doble sentido, pero cuidando que su esposo no entendiera.
-si…si él me cuida bien, no te preocupes-contesto la chica algo nerviosa, pues le había dado la impresión, de que Ingrid sabía algo de su relación con el chofer.
-bueno está bien, entonces vámonos que se hace tarde-dijo Ricardo, saliendo de la casa para avisarle a Camilo y vigilara a Natalia, el chofer enseguida vio la oportunidad de visitar a su mujer.
Una vez alejado el automóvil del patrón, Camilo tomo su celular llamando Natalia, que en estos momentos llegaba a su cuarto.
-Naty princesa, ábreme la puerta hay que aprovechar que se fue tu familia, para darnos cariño-dijo el viejo que ni siquiera dejo que la jovencita saludara.
-¡que ahorita! no puedo, ellos no tardaran, solo fueron a dar una vuelta, lo siento Don Camilo pero ¡no!-dijo tajante, pensando que el viejo solo quería eso, apenas tenía dos días de habérsela metido y quería otra vez.
-¡que dices! ¡A mi ninguna cabroncita me va a decir cuando sí y cuando no! o abres esa puerta con el vestido blanco que compramos o ya verás condenada chamaca como te va a ir-la chica se sobresalto pero estaba segura de que su familia llegaría pronto, así que insistió en dejarlo para después.
-es que ya le dije que no tardaran, y ya no insista por qué no voy a abrir-dijo la joven, a un Camilo que estaba perdiendo la paciencia del otro lado del celular.
-¡a mí me vale madres! será mejor que abras ahora, y solo lleves puesto el vestido sin nada abajo, rápido-el viejo colgó y fue a la puerta, el no podía entrar ya que Ingrid le quito las llaves, y a él se le habían perdido sus trozos de alambre con los que forzaba la puerta, así que solo se quedo parado en la entrada esperando a que la chica abriera.
Natalia pensaba estaba arrepentida por no ir con su familia, no sabía qué hacer, si no habría el viejo podría nalguearla como aquella vez, o se podría desquitar subiendo el video que tenia a la internet, como le había dicho, pero si habría se la cogería otra vez, se paseaba por su cuarto temerosa, por momentos miraba por la ventana y veía al viejo parado en la puerta esperando.
Mireya y Rebeca se probaban botas y zapatos como locas, ya que su padre les había dado permiso de tomar lo que quisieran sin sobre pasarse, para Rebeca era un sueño escoger cosas que antes soñaba tener, mientras la gemela le ayudaba a comprar ropa, que ocultara sus llantitas y se viera más bonita según ella, también se dio cuenta que Rebeca no era del todo fea, solo tenía muchas marcas en la cara de barros o del sol, tal vez con unas cremas y exfoliantes podría cambiar, Mireya estaba pensando ayudarla para embellecerla.
-disculpe señorita ¿pero esta chica que la acompaña es su hermana?-pregunto la encargada de la tienda, Rebeca contesto divertida.
-se podría decir que sí, es mi media hermana ¿por qué lo dice?-dijo la chica extrañada de la pregunta.
-bueno es que se que no me debo meter con los clientes, pero ayer esa misma chica vino con un viejo horrible, lentudo, chaparro y todo gordo, compro mucha ropa y algunos zapatos, nosotras creímos que era su papa, pero más bien se veían como novios o incluso esposos-le comento la empleada a la chica, que inmediatamente supo que no era Mireya si no Natalia.
-creo que no debería meterse con los clientes-dijo la chica –con que esas tenemos he Natalia, no sabía que te gustaran viejos-pensó alejándose, para seguir comprando junto con su hermana.
En otro lado del lugar, Ingrid paseaba con Ricardo que llegaban abrazados a una tienda donde vendían todo tipo de oro, la pareja miraba las cadenas, esclavas, brazaletes, anillos y de mas alhajas que vendían, para Ingrid todo era carísimo, Ricardo llego por atrás poniéndole una gruesa cadena de oro que de ella colgaba un diamante, sorprendiendo a la señora que se miro al espejo.
-te gusta, es tuyo, simboliza mi amor por ti-Ingrid codiciosa como era se lo comió a besos, no importando el espectáculo que dieron, estaba feliz nunca pensó que ella podría tener algo tan valioso en su cuello, era verdad que Ricardo ya le había dado otras joyas, pero esta no tenia nombre, era muy lujosa y carísima, pensaba ella –tengo que deshacerme de esas chamacas del demonio-se decía la señora, que aunque le iba bien quería todo para ella.
Al poco tiempo, fueron por las chicas para regresar a la casa salían del centro comercial, cuando vieron una estética.
-papa necesito un corte de cabello, me puedo quedar con Rebeca, al rato vamos a la casa-dijo Mireya pidiendo permiso.
-en otra ocasión, debemos irnos, tu hermana esta sola-Mireya siguió caminando resignada a volver en otro momento.
-papa déjala, yo la acompaño solo el corte y volvemos lo prometemos-insistió Rebeca, apoyando a su hermanastra en un gesto amable.
-que te parece, si me quedo yo con ellas y tu regresas a acompañar a Natalia, me parece que yo también necesito un retoque-Ingrid apoyo a la chica, para ella era indispensable el más ligero detalle para ganarse a la jovencita, para después sacar provecho de ello.
-está bien si tú te quedas, te dejo el carro, yo vuelvo en taxi, nos vemos no tarden-Ricardo sabía de antemano que las mujeres en la estética se tardan mucho, y él prefería regresar para ver a Natalia y mirar el futbol ingles, ya que se enfrentaban el Liverpool contra el Manchester United del inútil del chicharito.
-pinche chamaca, no abre la desgraciada y yo que ya creía que la tenia bien domada, pero el lunes me desquito con sus nalgas-refunfuñaba Camilo resignado, ya había pasado más de una hora y Natalia no habría dejándole la verga parada.
de pronto escucho la perilla de la puerta que se habría, y lo primero que vio antes de entrar, fue a la gemela enfundada en un vestido blanco, de esos que se sostiene solo con las tetas suelto a medio muslo, con unas sandalias, muy bien maquillada delicadamente, con su cabello amarrado con una coleta.
El viejo se metió en seguida tomando a la chica de la cintura, la rabia fue borrada al ver a la chica como un angelito caído del cielo comenzándola a besar como desesperado, Natalia lo correspondía, el viejo apestaba ya que en la mañana había hecho trabajos de jardinería, muy al contrario de la chica que se tardo en abrir por que se baño y perfumo para oler rico.
-espere Camilo, espere no cerró la puerta, alguien nos puede ver-le decía la chica, que era llenada de besos y babas de la boca desesperada del chofer.
-me vale madres, que vean todos que eres mi hembra ¡a cabrona no te pusiste calzones! está bien vamos a tu cuarto-el viejo le dio un respiro la chica, se lo había ganado ya que siguió sus ordenes al pie de la letra, cerro y los dos subieron entre besos y abrazos.
Camilo la pego a la pared junto a la puerta de su cuarto, le besaba los senos y le apretaba las nalgas con fuerza, la chica sentía dolor, pero no entendía por qué al mismo tiempo sentía rico, tomaba al viejo de los pocos cabellos que tenia y lo atraía mas a sus senos, Camilo comenzaba a sobar su clítoris sacándole gemiditos.
¡aaahhhh! ¡aaahhhh! Camilo despacio, despacio, cálmate, disfrútalo-Natalia sentía que debía decir cosas agradables para calmar al viejo, que seguía como loco besando sus senos, ruidos de succión se escuchaban.
-no mamacita esto es un rapidin, creo que ya no tardan en venir, te tengo que dejar bien cogida antes de que lleguen-el viejo ya metía y sacaba sus dedos de la vagina de Natalia, que no paraba de gemir, después bajo su pantalón, para comenzar a tratar de introducir la verga en la raja de la chica.
-espera, espera no estoy lista no estoy…..!hhaaayyyy! me lastimas ¡hhhaaaayyy!-el viejo se la metió, Natalia que hasta ese momento sentía rico lo olvido por completo, Camilo no espero a que lubricara bien y le hacía mucho daño, recargada en la pared con las piernas abiertas, sentía que la desgarraban una vez más, Natalia aunque ya sabía que era coger, todavía no se acostumbraba a los pitos.
-¡Natalia hija ya llegue! ¡No has visto a Camilo! ¡Le llame para que fuera a traerme! ¡Pero no contesta!-Ricardo había llegado, el taxi lo dejo en la entrada del residencial y ninguno de los dos lo escucho llegar, el señor subía las escaleras en dirección al cuarto de la chica, que se aterrorizo al escuchar la voz y los pasos, cada vez más cerca de su alcoba.
¡aaahhhh! ¡aaaahhh! mi papa…mi papa no déjeme…. ya llego… ya viene nos va a descubrir ¡aaahhhh!-susurraba la chica desesperada, se quería soltar el viejo que también estaba miedoso de ser descubierto, se quedo quieto con la verga dentro de la chica.
-cálmate, niña cálmate, respira profundo, dile que ahora bajas a verlo-Camilo le dio instrucciones murmurándole al oído, agazapado, pegado a ella, la chica seguía sintiendo dentro el aparato de carne y juntando fuerzas dijo claro y fuerte.
-¡pa…papa ahora…ba..Bajo es…estoy ocupada! ¡Espera enseguida voy!-Natalia sudaba de miedo, el viejo le comenzó a chupar las tetas, inquietándola, desesperándola, escucharon la voz de Ricardo ya en la puerta del cuarto, a unos centímetros de distancia.
-está bien mi amor, estaré abajo viendo el futbol, no te preocupes solo quería que supieras que ya estoy en casa, no quiero interrumpirte en tus ocupaciones, sigue en lo tuyo -Ricardo no escucho ni sintió nada extraño, pensando que la chica estudiaba, volvió a bajar prendió la pantalla poniéndole a FOX SPORTS, el partido ya había comenzado.
-ya ves, papito ya nos dio permiso ahora si ¿en qué íbamos?-el viejo volvió a las arremetidas, no cambiaban de posición, simplemente se le cogía sin importar nada, ya vería como saldría de la casa sin ser descubierto, la chica de puntitas pedía que parara, despacio, murmurando que terminara rápido, no quería por ningún motivo que su padre los viera, mientras en la sala el señor se tomaba una copa de vino mirando las jugadas, arriba en el cuarto la chica sudaba besando al viejo, para acallar sus gemidos, Camilo la levantaba a cada arremetida, ella se para de puntitas recibiendo verga cada vez más profundamente.
con el vestido enrollado en la cintura, la chamaca se excitaba cada vez mas y mas, sintiendo al hombre pensaba que ella le había abierto invitándolo a coger, el pene entraba y salía de la vagina sin resistencia, Natalia recordaba que en el piso de abajo estaba su padre viendo el futbol, mientras su hija como una cualquiera se revolcaba con el viejo chofer, los dos sudaban se unían sintiendo sus carnes friccionar en ricos movimientos de caderas de parte de los dos, Natalia le enterraba las uñas en la espalda desesperada, la excitación que sentía era la locura, el viejo ya la cargaba de las piernas queriendo acabar el rapidin que se estaba dando.
-¡GOOOOL! ¡Gooolazzooo! ¡Que golazo metió Steven Gerald! ¡Es un jugadorazo!-
-¡aaaahhhhh! ¡ppooorr diioosss! ¡Me corro! ¡O que ricooooo! ¡mmmmmmmmggggggghhhh!-
-¡aaarrggghhh!- ¡aaahhh! chiquita ¡aaaahhhh! estuvo riquísimo-tres gritos se escucharon en la casa el primero acallo a los otros dos.
parados, quietos, sudorosos, respirando agitadamente, reponiéndose ,así quedaron los dos extraños amantes que por fin se soltaban, Natalia cayó al suelo sintiendo de nueva cuenta la corrida del viejo en su vagina, cansada, se la habían cogido casi enfrente de su papa, todo esto fue mucho para ella.
-quiero que andes todo el día con tu nuevo vestido, no te vayas a bañar, si quieres te puedes poner calzones y sujetador, no me importa, ahora vete con tu papi oliendo a sexo y a tu macho-le dijo el viejo antes de salir por la ventana del cuarto de Mireya, descendiendo con una sabana amarrada a otra, en una improvisada cuerda.
Natalia llego junto a su padre después de haberse limpiado el semen y puesto unos calzones y sujetador el señor el verla la miro muy hermosa.
-hija te vez muy linda pero ¿no es muy escandaloso ese vestido?-pregunto el jefe de la casa, sin ningún mal en sus palabras.
-¿verdad que me veo bien? es que, hace mucho calor papa y así se visten todas las chicas hoy en día-dijo sentándose junto a su padre para acompañarlo, a él le llego un aroma raro pero no le dio importancia.
al poco rato llegaban las chicas del centro comercial, Rebeca no se hizo ningún cambio, Ingrid solo se recorto las puntas del cabello y se hizo un manicure, Mireya en cambio se había hecho por todo el cabello rayitos color azul, que le quedaban a la perfección, Natalia la felicito por su cambio, mientras que el papa hizo lo mismo, pensando en el cambio que habían tenido sus hijas, desde la llegada de Ingrid, una se vestía distinto y la otra se maquillaba mas y hacia cambios a su cabellera, estaba convencido de que haberse casado por segunda vez, beneficio más a sus hijas.
-mi amor, no tengo con que pagarte todo lo que has hecho por mis niñas, desde que llegaste las siento más felices, se divierten mas, antes todo era recordar a su madre, ahora parece que se reponen día a día -decía el pobre tonto de Ricardo, que no sabía que si Ingrid seguía así, las chicas terminaría siendo unas reverendas putas.
-yo solo les he dado el amor de madre que necesitaban, y lo hago por ti mi cielo-le contestaba con una sonrisa extraña, acostada en la cama matrimonial, donde alguna vez se acostó, la verdadera dueña de la casa y así acabo el sábado, mañana seria otro día.
Mireya y Natalia que desde hace mucho no platicaban como antes, ahora lo hacían en la comodidad del cuarto de Natalia, las dos sin saberlo pasaban por cosas que jamás se imaginaron, y no sabían si confiar la una en la otra, el vinculo que las unía que era la muerte de su madre, poco a poco era eliminado por las vivencias de estos últimos meses.
-hermana como vas con patricio ¿ya lo vas a traer a la casa para que lo conozca papa? o ¿te da miedo de lo que vaya a pensar de el?- preguntaba Mireya, que gracias a Ingrid y a Rebeca, ya era un poco más viva y se daba cuenta de que su hermana ocultaba algo.
-la…la verdad es que no..No funciono y decidimos sepáranos, pero así es la vida ¿no crees?-dijo nerviosa, era mejor dejar esa mentira del novio que nunca tubo.
-a ya veo, si quieres te puedo presentar a unos amigos que conozco, son algo feítos pero distintos a ese Patricio, mira que terminar una relación con una chica tan linda como tú, que tonto pero ni Ignacio, ni Mario, te harían lo mismo, ellos son muy divertidos-le comentaba Mireya, para animarla sentía que era su deber hacerlo.
-no, por ahora mejor me dedico a mis estudios, que los he descuidado un poco, si mi papa viera mis calificaciones se enojaría-era mentira, ella sentía que buscar a otro, era engañar a su dueño Don Camilo.
-¡hay estudiar es un poco tonto!, te esfuerzas para que, si de todas maneras mi padre nos mantiene, y cuando nos casemos lo harán nuestros maridos jijiji-Natalia se sorprendió con lo que Mireya decía, ella no era así siempre decía que debían ser independientes, y tener una carrera por eso las dos estudiaban contaduría.
-¡Mireya que dices! si tu no eras así, ya te está afectando juntarte con ellas-Natalia se veía algo preocupada de que su hermana perdiera el camino correcto.
-no mira, Rebeca es una muy buena amiga, cuando salgo con ella me cuida, como todos sus amigos lo hacen, y en cuanto a Ingrid, ella me ha dado muchos consejos valiosos, ¡es como si hubiera recuperado a mama!-dijo la chica algo exaltada, a Natalia no le gusto lo que dijo de Ingrid.
-¡que ya olvidaste a mama! ¡Ella nunca se parecerá a mama, no vuelvas a decir eso!-dijo levantándose de la cama, como podía comparar a Ingrid con su madre.
-si disculpa, lo siento, no medí mis palabras, lo que pasa es que me he encariñado mucho con ella, es tan buena, he inteligente, como seguro era nuestra madre, acércate a ella platica mas con Ingrid, veras que te ayudara mucho-dijo Mireya levantándose, para abrazar a Natalia como lo hacía Ingrid con ella, la chica era como una esponja, que absorbía todo la que la señora le enseñaba.
-no perdóname a mí, es solo que me ha costado un poco convivir con ustedes, pareciera que yo soy la extraña aquí ¿pero sígueme contando de los chicos que conoces?-Natalia estaba intrigada, quería saber que hacían cuando salían, y es que siempre que las dos se iban, regresaban carcajeándose o las veía a veces platicando en la mesa de cosas que las dos solo entendían, era como si Rebeca estuviera desplazando a Natalia como hermana.
-pues mira, a Ignacio le dicen el jamón ¡jijiji!, es que es algo gordito, pero siempre me hace reír y Mario a él le dicen el manitas, me está enseñando a bailar salsa y reggaetón, es muy bueno para el baile yo….-se escucho que tocaron, Natalia se paró a abrir, era muy raro que le tocaran a ella, ya que siempre buscaban a Mireya.
-Mireya vas o te quedas-era Rebeca que quería salir a dar una vuelta y ver a sus vagos amigos.
-pero esta papa ¿crees que nos de permiso de ir?-Mireya sabia, que no les daría permiso de salir del residencia, es mas ni siquiera de la casa.
-le decimos que vamos a dar una vuelta aquí cerca, ándale vamos que nos esperan-dijo la chica, Natalia interrumpió diciendo.
-Mireya y yo nunca le mentimos a papa está mal, y si les pasa algo-Natalia que a pesar de ser la única en el cuarto, que ya no era virgen por andar cogiendo con Camilo, se hacia la muy correcta.
-hay es una mentira piadosa, además ya me aburrí de estar aquí encerrada, vamos Rebeca y tu no vayas de chismosa con papa he-dijo Mireya, que desde un tiempo para acá andaba algo desatrampada, saliendo seguido con su hermanastra, sin asistir a la clase de matemáticas y a otras no tan importantes según pensaba ella, Natalia sorprendida solo asintió con la cabeza, viendo que las dos salían rumbo a la sala.
Después de rogarle un poco a Ricardo y con la ayuda de Ingrid, las dos salieron y anuqué el señor les dijo que no salieran del residencial, se fueron rumbo a la colonia.
Estaban a punto de llegar al lugar de reunión, y se encontraron con Sandra, la ratona, que al verlas brinco de gusto, se saludaron para después felicitar a Mireya por su color de cabello, y les dijo que los demás no estaban, pero que el jamón le había dicho que si veía a Rebeca, que la mandara a su casa porque él no podía salir, ya que se sentía mal por la borrachera que se puso un día antes.
-y que quiere ese pendejo, yo no quiero ir a su casa, siempre huele a comida-dijo Rebeca molesta.
-no sé, solo me dijo eso, mira ve en lo que la gata y yo buscamos a los otros dos, nos vemos en su casa ¿que te parece?- y así se separaron, para Mireya ya no era extraño estar a solas con Sandra, la consideraba su amiga al igual que los demás.
-primero vamos con Don Pablo, haber que nos regala, no he comido-Mireya le dijo que si, pensando en que la pobre chica debía tener mucha hambre, ya eran las cinco y ella sin probar alimento, así que decidió que le invitaría lo que ella quisiera de la tienda.
llegaron a la tienda como siempre, el viejo estaba viendo la televisión pasándole de canal, aburrido esto se le quito cuando vio que las jovencitas entraban a la tienda saludando, el viejo enseguida recordó la amenaza hacia con la ratona, le brillaron los ojos de lujuria al ver que Mireya llegaba un poco cambiada, con maquillaje más fuerte y con color de cabello distinto, y es que Mireya parecía una EMO o tal vez como GOTICA, con una camisa negra de mujer con el logo de lacrimosa, (grupo de música gótica) un pantalón negro bien pegadito, unos botines de suela gruesa con broches grandes, el atuendo hacia resaltar su piel blanca y sus ojos verdes.
-pero que ven mis ojos, es la señorita Mireya estas más linda que nunca pequeña-dijo el viejo rabo verde, saliendo del mostrador.
-hola Don Pablo, como esta- la chica lo saludo estirando la mano, el viejo la tomo y le dio un beso a la delicada mano de Mireya, que no lo había visto desde el día en que lo conoció.
pasaron diez minutos, en los que las chicas reían de las ocurrencias del viejo tendero, Sandra le pedía fiado y el viejo se negaba, argumentando que ya le debía mucho, Mireya le ofreció que agarrara lo que ella quisiera que la invitaba, la ratona rápidamente tomo dos tortas de jamón que el viejo preparaba y vendía, al igual que un refresco, la gemela dio la vuelta para ir al fondo de la tienda, donde tenía las galletas para tomar un paquete, ya que al ver comer a Sandra a ella le dio hambre y una golosina no le caería mal.
-pinche Sandrita ya lárgate, déjame a solas con la chamaca-le dijo el viejo bajito, para que la chica no escuchara.
-no espere, ahora no se puede, me sentiría mal me acaba de calmar el hambre-dijo Sandra, que no era su intención llevársela en ese momento.
-me vale madres, ahorita te me vas y ya verás cómo te va, si no lo haces-dijo el viejo, tomando a la chica del brazo apretándoselo, Mireya llego junto a ellos para seguir la plática, esperando a que Sandra acabara de comer.
-entonces que Sandrita, vas por mi encargo rápido, ándale aquí te esperamos-dijo el viejo, poniendo cualquier pretexto.
-es…esta bi…bien voy…voy rápido es…espérame aquí con Don Pablo Mireya no tardo-la ratona salió de espaldas, siempre viendo para la tienda, se sentía mal por llevar a la gemela a que el viejo le hiciera quien sabe que cosas, nerviosa salió perdiéndolos de vista, se sentía como cuando Caín traiciono a Abel.
-ah que muchacha, esta solo viene cuando necesita comer, que lastima que nadie se ocupe de ella-dijo el viejo moviendo la cabeza, como si se preocupara mucho por la ratona.
-si es verdad, pobre Sandra es una pena tan linda y sufriendo por ser pobre, Qué bueno es usted que la ayuda-dijo la chica pensando, en lo malo que fue el viejo por negarle comida a la chica, unos minutos antes.
-ahorita vengo, espérame aquí Mireyita-dijo el viejo, metiéndose a la bodega unos segundos después grito desde dentro.
-¡Mireya muñeca ven! ¡Ayúdame por favor chiquilla!-la chica entro sin pensarlo, mirando al viejo que tenía unas pequeñas cajas en las manos, pero eran muchas ella tomo unas cuantas para ayudarlo, el viejo puso las que le sobraron en una mesa, diciéndole que las pusiera ahí.
-es que esta estantería ya esta vieja, y los remaches se están saliendo, espérame voy por la remachadora se buena, coloca las demás ahí por favor-Mireya fastidiada pensó en que el viejo la había puesto a trabajar, mejor se hubiera quedado en casa, pero ni modo y así se dispuso a agacharse para tomar otro tanto, mientras el viejo regresaba, la chica escucho un ruido extraño afuera, pero no le dio importancia y siguió con el trabajo, que no quería hacer, estaba agachada tomando el último viaje de las mentadas cajitas, cuando sintió que la tomaban de la cintura y se repegaban a sus nalgas, dando un brinco de sorpresa, tirando todo.
-¡mmmmmmm! que rico par de nalguitas, justo para mi verga-dijo el viejo, que rápidamente puso su mano en la espalda de la chica inmovilizándola, moviéndose atrás de ella, con su verga justo en medio de los cachetitos de la jovencita.
-¡que está haciendo, no suélteme!-dijo la chica cuando el viejo la tomo de los cabellos, jalándoselos para que Mireya no intentara irse para abajo, el jalón de greñas le dolió mucho.
-vamos a jugar un juego que se llama, afloja las nalgas y a ti te toca aflojarlas, así que calladita que te voy a coger-Mireya lo volteo a ver, el viejo se tallaba con fuerza atrás de ella.
-¡está loco, quítese no quiero, déjeme salir!-pero el viejo aunque chaparro, era más fuerte la jalo mas levantándola para tomarla de la cintura, la chica comenzó a manotear, en su mano tenía todavía una de las cajitas que estaba acomodando, y tomando vuelo logro pegarle al viejo en la cabeza, este al sentir el golpe la soltó.
-ah cabroncita, me las vas a pagar, desgraciada-el viejo miro como ella caminaba hacia atrás, para adentrarse mas y mas a la bodega, Pablo con los ojos de demonio, la seguía paso a paso.
-¡no Don Pablo, déjeme ir! ¡No haga esto! ¡Se puede meter en problemas!-le gritaba asustada de verse sola con un viejo que la quería violar, no era como el profesor Benito que la excito esto era diferente, al ir caminando para atrás tropezó cayendo al suelo casi llorando.
-ah ya veo, quieres que te coja en el suelo como perra, bien mamacita tu mandas-dijo Pablo, que al parecer la lujuria se había apoderado de el, y no desistiría asta violar a la joven Mireya del valle, que en estos momentos se arrastraba por todo el piso de la sucia bodega, dejando caer las primeras lagrimas de terror.
no aguantando mas el viejo la tomo del pie jalándola por todo el piso, ella se quería soltar gritando y pateando al viejo con la otra pierna que Pablo también tomo, hincándose le abrió las patas con fuerza para meterse entre ellas, Mireya sentía el cuerpo del viejo encima retorciéndose, peleaba para que no la sometieran pero Pablo ya le jalaba la blusa queriéndosela arrancar, mientras la chica manoteaba se sentía manoseada, sus senos, sus nalgas, sus piernas, su entrepierna, eran tocadas por el hombre que por todos los medios quería arrancar la camisa, que por ser nueva aguantaba más, incluso el viejo la levantaba ante los jaloneos, pero la camisa no cedía.
Sandra que caminaba triste por lo que había hecho, no se dio cuenta de que el Goku y el Manitas llegaban por atrás de ella, asustando a una distraída chica.
-¡buuuhh jajaja! ¡Te asuste pendeja! y ahora qué te pasa-le dijo el manitas, tomándola de los hombros.
-es que el maldito Don Pablo, me engaño ¡snif….snif!-Sandra comenzó a llorar, abrazando a su mejor amigo y cómplice de asaltos.
-¡pinche viejo, si te hizo algo después le arreglo las cuentas-dijo el goku enojado, frunciendo el seño.
-no a mi no, pero me saco de la tienda con mentiras, para quedarse solo con la gata ¡no se que le vaya a hacer!-Eduardo al escuchar eso, comenzó a correr hacia la tienda sin decir nada para rescatarla, los dos jóvenes salieron detrás de él para ayudarle.
-ya valió madres tu blusita-¡CRASH!-se escucho, cuando el viejo le tomo la playera de las tetas y la rompió estirándola por los lados, dejando ver el sujetador negro con un moñito rosa en medio de los senos, y un pequeño ombliguito en su estomago, la piel blanca sin imperfecciones de Mireya, lo enervo ahora más se la metería, estaba seguro de que lo haría.
-¡haaaaaay no! ¡Déjeme por favooor! ¡No eso no me lástima! ¡Eduardo…. Eduardo.. Ayúdame….auxilio! -grito la chamaca, al sentirse casi desnuda, la blusa quedo sujetada a su cuerpo solo de las mangas y del cuello, dejando desprotegidos los atributos mamarios de la chica, que lloraba y lloraba suplicando que no le hiciera más daño, el viejo le tomo las tetas comenzando a jugar con ellas, y en otro ataque de rabia tomo el sujetador y lo subió dejándoselo en la cara, para ver en vivo los senos desnudos de Mireya, para tocarlos y apretarlos lastimándola.
-¡que buena estas chamaca! ¡Te voy a morder estas tetas! ¡Las voy a amoldar a mis manos! ¡Te voy a coger vas a ser mía!-le decía el viejo desaforado, queriendo abrir el cinturón que la chica tenia, lo logro, enseguida le abrió el pantalón para tomarlo de los lados, la chica lo tomaba del mismo lugar tratando de impedir que lo hiciera, el viejo jalaba mas y mas fuerte, Mireya estaba enloquecida no quería ser tomada de esa manera vil y miserable, gritaba como loca pidiendo ayuda, Pablo le tapo la boca con su mano y la chica se la mordió.
-¡hhhaaaayyy! ¡Condenada chamaca, me sacaste sangre! ¡Ahorita vas a ver!-tomando vuelo levanto el brazo para darle una cachetada ¡SPLAHS!
-¡Hhhaaayyy! ¡no,,,no Eduardo ayúdame! ¡Eduarrrdoooo por favor donde estassss!-grito la chica al sentir su mejilla dormida por el golpe recibido.
-¡estúpida, nadie te va a ayudar! ¡Ahora me darás las nalgas! si no quieres otra igual-el viejo volvió a tomar vuelo para soltarle otra, de pronto sintió que alguien lo jalaba de la camisa por detrás.
-¡quítale la manos de encima, viejo asqueroso!-grito el goku, que había llegado a tiempo para rescatarla el viejo al verlo se levanto del suelo para enfrentarlo.
-hijo de la chingada, te voy a poner en tu lugar cabròn y después disfrutare el manjar-el viejo no se iba a detener tan fácil, unos segundo después llegaba el manitas con tremendo cuchillo, tan grande como los que usaba rambo en sus películas.
-ya te llevo la chingada pinche viejo violador, déjamelo goku ahorita le abro la panza-dijo el chamaco Don Pablo ahora si la pensó mejor, mirando como Mireya se escondía detrás de Eduardo.
-ya,,,ya esta bueno, ustedes ganan, pero si van con la policía yo los denuncio por robo a casa habitación, si yo me voy, ustedes también, así que calladitos se ven más bonitos chamacos-dijo el viejo, que sabía que si peleaba con los dos, seguro visitaba ciudad cementerio.
-¡me vale madres, pinche viejo puto! ¡Por la gata me aviento 10 años en la cárcel! ¡Ni se te ocurra volverla a molestar, porque te pongo frio!-Eduardo lo dijo por que le gusto escuchar, que Mireya pedía su ayuda, y a ella le gusto escuchar que sacrificaría su libertad, solo porque a ella no le pasara nada.
-malditos chamacos, esto no se queda así tarde o temprano me cojo a la Mireya-decía el viejo ya solo en su establecimiento, lamentando no haberle puesto los candados a la cortina de enfrente, cuando la cerro.
los chicos todos juntos, caminaban rumbo a la casa del jamón, que traía una diarrea horrible por pasarse de copas un día antes, Mireya iba tapada con la camisa del goku, que amablemente se la quito para que la chica no fuera mostrando el cuerpo, Sandra se disculpaba muchas veces, se sentía mal por lo que le paso, lo que no sabían era que ella bajo el chantaje del viejo había provocado todo, pero por otro lado se sentía aliviada, pues si el viejo la denunciaba ella aria lo mismo, Mireya caminaba abrazada de Eduardo, que la iba consolando había sido una experiencia muy fea, y ya no quería volver a esa colonia, llegaron a la casa del jamón, que estaba acostado y Rebeca platicaba con él, al ver a su hermanastra llegar en malas condiciones, se asusto diciendo que era su culpa por dejarla sola, y es que la chica ya le había tomado cierto aprecio a Mireya, pero no era lo mismo hacia con Natalia.
-Mireya necesitas calmarte, suelta a Eduardo, Sandra vamos a tu casa por una playera para que se la prestes, no puede llegar a casa con una camisa de hombre, papa nos regañara-decía Rebeca y así las dos chiquillas acompañadas por el manitas salieron, la casa de la ratona quedaba como a cuatro cuadras y no tardarían, Mireya y Eduardo se quedaron solos en la sala, Ignacio no se podía levantar, sentía que se le salía la caca, cada que se paraba y no lo quería hacer.
-todo es mi culpa, si yo te protegiera mejor, esto no hubiera pasado-se decía el goku abrazando a la chica, que ya tenían como veinte minutos en la misma posición, Mireya llorando lo tenía bien aferrado sin intención de soltarlo.
-no tu no sabías que iba a venir, por favor no dejes de abrazarme, tengo mucho miedo, protégeme no me dejes sola Eduardo-decía la jovencita, los dos sentados en el sillón bien juntitos.
-te prometo que te cuidare con mi vida Mireya, nunca volverás a pasar una cosa así mientras estés a mi lado-le decía el chico, que ya había tranquilizado con sus palabras y promesas a Mireya, que en estos momentos levantaba el rostro para mirarlo.
-lo sé..sé que me cuidaras, te llame y llegaste, tú me salvaste, me siento tan bien junto a ti-le dijo mirándolo a los ojos, parecía que el amor juvenil florecía en la sala del jamón, los chicos se miraban tiernamente se acercaban cada vez mas y mas, hasta que por fin sus labios se encontraron, para el goku era el primer beso que le daba a una chica tan linda y delicada como era Mireya, y para ella fue su primer beso, nunca pensó que fuera con un chico de ese tipo, no se lo imagino así, pero lo disfrutaba las bocas juveniles se entrelazaban, se comían juntándose mas y mas.
al poco rato, los chicos salían para dejar a las dos jovencitas a su casa, Mireya ya se había cambiado la blusa e iba mas recuperada del susto pasado, los policías dejaron pasar a los jóvenes al residencial, todos les dijeron a los señores que las asaltaron, queriéndoles robar sus cosas, pero la intervención del goku y el manitas interrumpieron el asalto, Don Ricardo agradeció a los jóvenes diciendo que no tenía con que pagarles por salvar a sus hijas, y así regresaron a sus hogares.
-les advertí que no se fueran lejos, por poco y les pasa algo, no vuelvan a pedir permiso por qué no se los daré, ya no saldrán solas-dijo el señor un poco molesto.
-pero papa son mis amigos, si no salgo como los veré, te prometemos tener más cuidado –decía Mireya, que lo que quería en verdad era ver a Eduardo.
-si por favor mis amigos nos cuidan bien, solo saldremos en la tarde y regresaremos antes de que anochezca -decía Rebeca, que ahora se arrepentía de tener un padrastro así.
-yo nunca dije que no los vieran, arreglare las cosas con los vigilantes, para que los dejen pasar cuando ellos quieran, son unos buenos muchachos y estoy muy agradecido con ellos, pero ustedes se quedan dentro del residencial y no se hable más del asunto-dijo tajante, Ingrid no se metía no quería contradecir al dueño de la casa, podría salir perjudicada.
-su padre tiene razón, ellos no tiene nada que perder y ustedes si, por lo mientras ya no tendrán permiso de salir-dijo la señora guiñando el ojo, las jovencitas entendieron al momento que mientras el señor no estuviera, ellas podrían seguir saliendo.
Por la noche Ingrid visito a Rebeca en su cuarto, ella quería saber que había pasado en realidad, ya que no les creyó nada de lo que dijeron, y la chica aunque no lo vio le conto todo, ya que sus amigos le había contado a ella, la señora se reía de lo que le paso, mientras Rebeca ya no estaba muy convencida de seguir haciéndole mal a su hermana, Ingrid con toda su labia convencía a la chica, de que lo que les pasaba era porque ellas se lo buscaban, que recordara como se burlaban de ella y cosas por el estilo, Ingrid envenenaba la mente de su hija, con el propósito de tenerla de su lado.
Lunes por la mañana, las chicas salieron a la escuela como era costumbre, Mireya bajaba como normalmente lo hacía, mientras que Natalia comenzaba a usar la ropa que Camilo le había comprado, la ropa la hacía ver más grande de unos 24 o 25 años, sus hermanas no sabían por que el cambio tan repentino, pero Ingrid ya estaba enterada de todo, ya que el viejo se lo contaba por celular.
10 de la mañana, un auto Mercedes Benz se estacionaba en frente de una tienda, Ingrid bajaba mirando a todos lados, vigilando que no la vieran para ingresar y encontrarse con el tendero que casi viola a su hijastra, el día anterior.
-Ingrid, dichosos los ojos que te miran mamasota ¿dime que te trae por aquí? supe que te casaste con un millonario ¿vienes a coger? recuerdas cuando te metía tus reataos en las nalgas y pedias mas, apuesto que tu marido no te lo hace como yo jajajaa- Don Pablo conocía a Ingrid, el antiguamente le pagaba por caricias, el viejo tenia gustos demasiado fuertes hacia con las mujeres le gustaba maltratarlas en la cama.
-jajaja como estas viejo bastardo y enano, no vengo a eso, te vengo a reclamar por que casi violas a mi hijastra pendejo-dijo Ingrid, que parecía que se llevaba bien con el hombre.
-tu reclamarme ¿apoco la Mireya es tu hijastra? la gorda de tu hija no me dijo nada, además esto es un asunto entre Sandrita y yo, la muy perra me traiciono y por eso no me la pude coger, si no hubieran llegado los chamacos, ahorita la tendría amarrada y amordazada en la bodega-estos dos se llevaban muy bien, se podría decir que eran amigos, unos extraños amigos.
-si te reclamo ¡por qué no se la metiste inútil!, pero ya basta de esto, te vengo a proponer un trato enano miserable jajajaja- decía Ingrid, Don Pablo intrigado pregunto.
-¿si el trato es cogerme a tu hijastra acepto? jajajaja-dijo el viejo, sin esperar lo que la señora diría a continuación.
-eso es exactamente lo que te quiero proponer, que dices ¿te animas?-al viejo se le abrieron los ojos como platos, aceptando el trato.
-claro que sí, pero como le hacemos ¿me la vas a traer aquí? como le hiciste con la chavita que molestaba a tu hija en la secundaria -dijo el viejo cochino y depravado.
-no yo te aviso cómo y cuándo, solo una cosa, no la molestes para que no tema venir aquí, veo que también te quieres vengar de la ratona, esa chamaca me cae mal se cree la muy chingona, tu déjame a mi unos días y te las entrego amarradas y encueradas-Ingrid no se media, quería que las chamacas terminaran mal y no le importaba lo que un viejo loco, le pudiera hacer a dos jovencitas no se detendría por nada del mundo, para obtener la tranquilidad monetaria que tanto soñó, al casarse con Ricardo.
Ingrid estaciono su carro junto a su casa, llegaba después de cerrar el trato con el viejo tendero, en el asiento pensaba que todo le salía bien, pero no se debía de confiar de tanto hombre, que en cualquier momento podría hablar y terminar con sus planes.
Una semana después, Mireya se enteraba que comenzaban los exámenes de fin de mes, ella por estar pensando en otras cosas y divirtiéndose con sus vagos amigos, se dio cuenta que no sabía nada en ciertas clases, especialmente la de matemáticas a la cual ya no regreso, sabía que reprobaría mínimo unas tres y con esto tendría que ir a clases especiales por la tarde.
Lo que tenía que pasar pasó, Mireya reprobaba tendría que ir a reponerse y no quería, ya que no vería a sus amigos, desesperada acudió a la madrastra para pedirle un consejo.
-mira Mireya, ahora es tu oportunidad de sacarle provecho a ese profesor tuyo, convéncelo de que te pase y te ayude con las otras materias-le decía la señora, sentada en la cama viendo a la jovencita muy molesta, por que no veía como salir del hoyo en el que se había metido.
-no lo sé, me parece muy arriesgado, no creo que ese maestro se deje sobornar, además no tengo dinero-decía la chica, que ya platicaba muy a gusto de estas cosas con la señora, sin importarle nada.
-tu no necesitas dinero ¡insinúate tontita! te puedo asegurar que ese maestro, no quiere tu dinero-Ingrid que ya sabía que Mireya le hacía caso en todo, se lo soltó así sin más, segura de que le chica lo haría.
-¡no, no, no ya tuve suficientes problemas por eso! no volveré a hacer esas cosas-dijo la chica, alejándose de la señora, que nunca espero esa reacción –maldición, cometí un error-pensaba la señora rápidamente, viendo como la chica se dirigía a la salida del cuarto, siendo alcanzada por la zagas señora Ingrid.
-¡haber, haber como que tuviste problemas con eso! ¡Te metiste con un chico Mireya! ¡Te paso algo malo! ¡No te vas a ir hasta que me cuentes!-Ingrid tomo a Mireya del brazo y la metió al cuarto cerrando la puerta con seguro.
la chica nerviosa, le decía puras mentiras o que había entendido mal, que no se preocupara que nada le había pasado, pero Ingrid insistía en que algo malo le había pasado, paseándose por el cuarto como una madre preocupadísima por el bienestar de su hija, Ingrid ya sabía la verdad porque Rebeca le conto, Mireya ya no sabía si sostener la mentira o decirle lo del viejo tendero –adiós, Eduardo nunca te volveré a ver- pensaba la chica, que ya estaba a punto de decir la verdad, y creía que Ingrid le contaría a su padre y entonces si adiós amigos, por que el señor las dejaría salir hasta el año 2050 y abriendo la boca para decirlo, fue interrumpida por Ingrid.
-por el momento te voy a creer ¡pero no me convences niña! y por lo del maestro tienes razón, viéndolo bien todavía eres muy pequeña para estas cosas, no sabes cómo hacerlo, te meterías en problemas, creo que todavía no sabes mucho de hombres, y yo que creí que se podía confiar en ti ¡me has decepcionado!- la señora había cambiado el tema de la conversación, para envolver una vez más a Mireya que en estos momentos estaba en su habitación.
Las últimas palabras de Ingrid, punzaban en su cabeza una y otra vez- yo que creí que se podía confiar en ti ¡me has decepcionado! ¡Me has decepcionado!-la chica en la cama se tomaba la cabeza agachada, no sabía porque razón dos pequeñas lagrimas salían de sus ojos, se sentía muy mal con todo lo que escucho de Ingrid.
-mama yo…yo te demostrare que puedo pasar sin ir al curso, ni meterme en problemas- pensaba la jovencita que tal vez ya tenía un plan formándose en su cerebro.
Mireya se metió al cuarto de su hermana, recordando que le había visto un vestido blanco un domingo y se lo quería probar para pedírselo prestado, estaba buscándolo en el closet dándose cuenta que tenía más parecidos, también miro que tenía unos seis pares nuevos de zapatillas, saco un vestido parecido al que Natalia uso cuando iba a salir con Patricio, pegado de arriba pero con una falda de vuelo abajo, lo miro dándose cuenta que tenía un hoyo justo en medio de los senos, seguro dejaría ver gran parte de ellos, este era de color azul, ideal con sus rayitos del cabello, lo tomo junto con unas zapatillas, está a punto de salir cuando fue sorprendida por su hermana.
-¡Mireya que haces en mi cuarto! ¡Dame eso es mío!-dijo la chica nerviosa, de que le descubrieron la ropa.
-Natalia necesito esto mañana, por favor préstamelo, te lo devuelvo solo lo necesito un día, por favor-decía Mireya, a la cual le habían arrebatado el vestido.
-no tu no deberías usar esto, yo no te…te lo---debo prestar, no puedo-Natalia seguía nerviosa, Mireya se dio cuenta de eso.
-porque estas nerviosa Natalia, de donde lo sacaste dime o voy a decirle a papa-Mireya había aprendido a defenderse un poco, y a obtener lo que quería y su hermana no era rival.
-es….está bien llévatelo, pero no…le digas nada a papa-Mireya salió dándole las gracias, sonriendo un poco por que se había salido con la suya.
En la mañana las tres chicas comían, Mireya se veía muy bien en el vestido de su hermana, antes de salir a la escuela Ingrid llamo a su hijastra.
-Mireya no se que estas pensando hacer, pero lo que sea ¡te lo prohíbo entiendes! ¡Te lo prohíbo! no sabes en que te metes, eres una chiquilla, tomaras ese curso de recuperación, así que sube y cámbiate ahora mismo-la señora le decía en la cocina señalando las escaleras, sonaba muy preocupada, porque sabía que intentaría algo al ir vestida así a la escuela, no era normal en la chica.
-tú no me mandas Ingrid, hago lo que quiero y no quiero tomar el curso-la chica salió de la casa muy enojada, ella desde que bajo, pensó que la señora le daría un consejo, mas sin embargo la regaño, pensando que ahora más que nunca le demostraría a su madrastra, que podía hacer ese tipo de cosas sin salir dañada.
-jajaja estúpida te volví a envolver, que buena soy, parece que ya te decidiste a putear, ni por qué te iban a violar entendiste, recuerda que yo solo te di el empujón que necesitabas, lo puta ya lo traías en los genes que te heredo la muerta de tu madre, ¡jajajaja que puta jajaja!- reía sola subiendo las escaleras, tomándose una taza de café en dirección a su cuarto, poco le importaba que la chica corriera un gran peligro.
Mireya en clase de matemáticas, causaba furor entre sus compañeros de salón así había sido toda la mañana, la chica se veía hermosa en ese vestido, y algunos chavos se lo hacían saber, mientras que otros solo la veían pasar, quedándose boquiabiertos
la señorita del valle, estaba muy nerviosa la clase casi terminaba y no sabía cómo abordar al viejo maestro, de antemano sabia que debía dejarse tocar un poco por él, pero le preocupaba que después el viejo no quisiera parar, así que decidió solo dejar que la viera, la clase termino Mireya no puso atención.
-profesor Benito, necesito hablar con usted-Mireya se le paro enfrente, el viejo se sorprendió que la chica le dirigiera la palabra, ya que desde que lo que paso, no la volvió a ver por su clase y él pensó que era por el tocamiento y la corrida, que tuvo con su cuerpo.
-dígame señorita del valle, que se le ofrece-el anciano Profesor ya sudaba frio, la chica se subió al escritorio sentándose cruzando las piernas de lado, quedando justo enfrente del profesor el vestido se le subió un poco dejando ver los muslos, Mireya estaba muy nerviosa y apenada, nunca creyó hacer esto pero no quería asistir a los cursos, que empezaban ese mismo día.
-jovencita Mireya pero que está haciendo baje de mi escritorio-dijo el viejo emocionado de ver a la chica de esa manera.
-profesor reprobé tres materias y no quiero ir a curso, ayúdeme por favor- la chica se inclino para decírselo en el oído lo más sensual que pudo, el viejo solo miro que ese par de tetas se le acercaban a la cara por si solas, la sangre le hirvió al instante.
-claro que te ayudare Mireyita, pero dime que gano yo al ayudarte, como sabes debes dar algo a cambio, mi amor-le contesto el viejo, frotándose las manos y con una sonrisota como la del guasón.
-no traje dinero, pero como amigos apruébeme en las materias son pocas, hágalo por mi ¡siiiiii!-Mireya lo decía con un tono infantil, como cuando una niña quiere una paleta, nerviosa, no se daba cuenta que poco a poco, cruzaba líneas que no se deben cruzar, ella ya estaba sentada de frente al maestro subida en el escritorio, con las piernas cruzadas justo enfrente del viejo maestro, que estaba maravillado con eso muslos pálidos que se cargaba la chamaca.
-tú sabes que hay otra manera Mireyita, recuerdas la última vez que me ayudaste, me gustaría estar en la misma situación ¿Qué dices?-diciendo esto el viejo le tomo las piernas de los tobillos, para ir subiendo poco a poco la mano arrugada y huesuda que tenia, la chica que ya sabía que era lo que quería, solo cerró los ojos un momento sintiendo cosquillas dejadas por la mano de Benito.
El viejo le descruzo la pierna tomándola del muslo, masajeándolos haciendo círculos en ellos mirando las piernas, la chica con los ojos cerrados apretaba con sus manos el filo del escritorio, soportaba los tocamientos de anciano profesor de matemáticas, que estaba en la gloria perdido en esa piel tersa y suave, Benito metía mas y mas sus manos adentrándose en el vestido, llegaba al principio de las nalgas para bajar hasta las rodillas, Mireya respiraba mas agitadamente segundo a segundo.
Benito tomo las dos piernas sosteniéndolas de las rodillas y las fue separando, Mireya dejaba que esas manos la abrieran, debía dejarse si quería obtener lo que había ido a buscar, y a los ojos del viejo llegaron las primeras imágenes de los calzones blancos de la chica, que seguía en la misma posición, no quería abrir los ojos le daba pena y asco lo que estaba haciendo, pero como decía Ingrid su mentora y madre, debía soportar lo que le hacían.
el profesor se agacho besando el muslo que se veía más grande por estar ella sentada, Mireya sentía pequeños besos subiendo al igual que lo hacia su vestido, dejando ver ya sus partes privadas, Benito seguía subiendo perdiéndose en el aroma a vagina juvenil, que comenzaba a llegar a su nariz, la cabeza se perdió entre esas piernas temblorosas, el viejo primero la olfateo como perro sabueso, para después sacar su lengua y posarla en la prenda interior y comenzar a lamerla, Mireya abrió los ojos rápidamente al sentir el contacto, jamás había sentido eso, Benito le dio besitos para después comenzar a lamer como desesperado.
-¡no es…espere eso no! ¡aaahhhh! ¡No detengaseeee! ¡aaahhh!-juntando fuerzas, Mireya empujo la cabeza y bajo rápidamente del escritorio, sentía que estaba perdiendo el control de la situación, sus mejillas las sentía calientes y su calzón mojado por la saliva del anciano, que ya tenía de nueva cuenta la erección más grande de su vida, quería írsele encima y violarla si era posible, pero afuera todavía se escuchaban voces de otros estudiantes, la escuela no estaba del todo sola, por su parte el corazón de Mireya latía fuerte, se sentía inquieta, excitada por lo que el viejo le había hecho.
-está bien veo que no quieres, lo siento pero tendrás que presentarte a los cursos, empiezan hoy después de clases y los dará el director mismo, el es muy estricto si no asistes vete despidiendo de la institución-le dijo el viejo con cara de pocos amigos.
-de….debe haber otr….otra ma…manera pídame lo que sea me…menos e…eso-dijo la chica demasiado nerviosa, ya se había dejado hacer algo y ni así consiguió lo suyo, había fallado, se sentía mal con ella y con Ingrid, que diría su madrastra no tendría cara para verla.
-pues ahora que lo dices hay otra manera, solo te tienes que deshacer de tus trapitos, enséñame tu cuerpo, déjame tomarte unas fotos, estas riquísima-la chica quedo en shock, esto definitivamente no estaba en sus planes, tenía que hacer lo correcto y salir de ahí, no contestaba estaba parada con la cabeza abajo.
-solo el vestido, me…me que..do en..en in..Interiores…solo el ves…vestido-dijo la chiquilla, aceptando sacarse las fotos, Benito inmediatamente tomo su celular prendiendo la cámara.
-está bien mamacita no importa, pero tienes que posar como yo te diga-le dijo el viejo, que mejor opto por tomarle un video
Mireya tomo el lazo del vestido que tenia amarrado del cuello, lo desamarro para después comenzar a bajar el cierre que tenía en la espalda, este inmediatamente quería caer a sus pies, la chica lo sostuvo de sus tetas muy avergonzada de lo que hacía.
-solo déjalo caer mi cielo, que caiga por sí solo, vamos hazlo vamos, tendrás lo que quieres, te salvaras del curso, vamos hazlo hazlo-el viejo presiono tanto que le chica sin pensarlo más soltó el vestido, el viejo comenzó a hacer tomas de la chica, le decía en qué posición ponerse y Mireya lo hacía mostrándose en ropa interior, sonrojada, nerviosa, apenada.
-muy bien pequeña, ya estas fuera pasaste, recuerda quien te ayudo muñeca-decía el viejo saliendo de la oficina del director, el tenia las claves para la computadora, había cambiado las calificaciones de Mireya y la había borrado de la lista de los cursos, la chica caminaba confundida junto al maestro.
-levanta la cara, no hiciste nada malo bueno si, pero conseguiste lo que querías y yo también, bueno chamaca yo me retiro-¡SPLAHS! sonó tremenda nalgada, el viejo tomo vuelo haciendo que la chica se quejara, Mireya miro a sus hermanas que ya la esperaban desde hace media hora, en el carro junto a Camilo, este se dio cuenta del tremendo nalgadon dado por el maestro-es una puta igual que su hermana-pensó el chofer, las dos chicas se quejaron por la tardanza de Mireya y salieron a su hogar.
Mireya, Rebeca y Sandra entraban a la casa después de haber vagado toda la tarde, como cualquier chica sin oficio ni beneficio, el feliz matrimonio miraba una película en la sala, las chicas llegaron a sentarse, Rebeca se acostó en el sillón mas grande, mientras que Mireya acomodo su cabeza en las piernas de Sandra, que enseguida se dedico a jugar con sus cabellos, como si la estuviera peinando con los dedos, Ingrid estaba como siempre trepada en la piernas de Ricardo dándole un beso, para las chiquillas ya era normal verlos así y no les molestaba, y para el señor ya era normal ver a Sandra metida en su casa cada que podía.
-papa donde esta Natalia ¿voy por ella para que baje a ver la película?-pregunto la gemela, que sentía que su hermana pasaba mucho tiempo en su cuarto y la quería integrar a la familia.
-tu hermana no está, salió a hacer un trabajo, a casa de una de sus amigas para la escuela y Camilo la llevo, para que yo pudiera quedarme con tu mama un rato-Ricardo hablaba sin despegar a vista de Sandra, que seguía acicalando a Mireya, pensaba que era una chica muy linda aunque algo mal hablada y sucia, a Ingrid no se le escapaba nada y desde hace unos días, ya se había dado cuenta de que su esposo miraba mucho a esa chica, sonreía pensando en cómo poder usar eso a su favor.
Camilo manejaba, buscando un lugar cualquiera en donde poder cogerse a la chica, mientras manejaba Natalia le masajeaba la verga con su pequeña manita, en la calle ya caía la noche el viejo no quería pagar un hotel, Natalia miraba al frente subiendo y bajando la mano, bien aferrada al miembro.
-como te gusta agárrame la verga ¿verdad cabrona? te estás volviendo bien puta, sigue haz lo que quieras con ella, es mas trae aquí tu hocico chamaca del demonio-Camilo estaba como loco, tomo a la chica de la cabeza y la inclino, ella metió su boca comiéndose la barra de carne, saboreándola otra vez sintiendo que la mano del viejo se metía en su falda, sobándole las nalgas y parte de su vagina, Natalia no comprendía la desesperación del viejo, ella solo se dedicaba a mamar verga.
-¡aaarrgghh! ¡aaaahhh! mira como dejaste, todo tu labial en mi vergota maldita sucia, fue buena idea comprarte este vestidito blanco, pareces un ángel traga-vergas límpiamela con tu cara ¡aaaarrggghhh! ¡delicioso!-el viejo le había mandado ponerse, el mismo vestido blanco de aquel sábado donde casi son descubiertos por su padre, le movía la cara por todo su miembro, restos de rímel y labial quedaban en el.
-espere don Camilo, espere, me ahoga-decía la chica levantando la cara, la tenía toda llena de babas y liquido pre seminal, su maquillaje ya estaba todo corrido, Natalia se dio cuenta que estaban en un callejón oscuro el viejo había estacionado ahí.
-salte de carro y pásate para atrás que te voy a coger, rápido chamaca-a la chica no le gusto que estuviera ahí, alguien podría pasar y hacer un escándalo.
-¡no aquí no, está loco! vamos a otro lado, es mas ya es tarde, tenemos que llegar a la casa me van a regañar-dijo la chica que se volteo dándole la espalda al viejo, enojada de cómo la estaba tratando.
-a con que esas tenemos, ahorita vas a ver-los dos comenzaron a forcejear entre pataleos y susurros, la chica le decía que la dejara, Camilo le arrebato el vestido dejándola desnuda, ya que no traía ropa interior
-ahora saldrás del carro, te espero atrás, rápido entre más te tardes más larga se hará la noche, y tu tendrás la culpa de retrasarte-le dijo el viejo llevándose el vestido, salió para meterse a la parte de atrás asegurándose de que no viniera nadie, unos segundos después la jovencita salió rápido, se quería meter al carro pero el viejo cerró la puerta con seguro, Natalia jalaba la puerta y esta no habría, regreso a la de adelante mirando como el viejo también le había puesto seguro, dejándola afuera toda encuerada.
-¡abra la puerta! ¡Deme entrar habrá!-la chica estaba desesperada, en cualquier momento alguien podría pasar y mirarla, el viejo reía a carcajadas, Natalia pegaba en el vidrio de la ventanilla desesperada.
-¡jajajaa! ¡jajaja! que graciosa te ves ¡jajaja! entra mamacita, ya te hice sufrir mucho ¡jejeje!-la chica entro pegándole y empujándolo, reclamando por la bromita que le había jugado.
-deme mi ropa y vámonos, ya no voy a ser lo que usted diga ¡lo odio!-dijo la chica tratando de recuperar el vestido que el viejo tenia detrás de él, Natalia al ver que no podía solo frunció el seño cruzo los brazos quedándose quieta, Camilo se bajo el pantalón y le dijo.
-¡ya chamaca! solo fue una broma ¡jejeje! asta enojada te vez hermosa, vengase para acá mi Naty-el viejo la levanto sentándola encima de el abierta de piernas, Natalia sintió la verga parada junto a su vagina y la boca chupeteándole las tetas, ella lo tomo de la cabeza acercándolo más, le gustaba mucho que le chupara los senos, sentía muy rica esa boca llena de dientes amarillos y podridos, y estar en una situación donde podrían ser descubiertos, ya que casi cogían en la calle, la llenaba de sensaciones preocupantes y agradables al mismo tiempo.
-¡aaahhh! Don Camilo apúrese, se van a dar cuenta-le decía susurrándole al oído
-pues tú ya sabes cómo coger ¿no? anda date tus sentones, o ya se te olvido como montar a tu macho-Natalia metió su mano entre su cuerpo y el del viejo, y con un –uuuufffff-se sentó de golpe metiéndose todo el miembro, se comenzó a mover como al viejo le gustaba o como ella creía que le gustaba, solo moviendo las caderas, mientras que Camilo le seguía mamando los senos, dejándoselos todos húmedos de babas asquerosas
Natalia comenzó a sentir rico, se movía mas y mas rápido sintiendo las manos del viejo en sus nalgas, el no la levantaba era ella la que por si sola se sentaba, a la vez que por momentos hacia círculos con la verga bien metida en sus entrañas, la chica sudaba muchísimo el calor de los cuerpos empañaban los vidrios del carro, gemidos de ambos se podían escuchar si alguien pasara, pero ni un alma se veía desde que llegaron, Camilo eligió bien el lugar.
-¡aaarrrhhh! ¡aaarrgggghhhh! ¡Eso así cógeme canija chamaca! ¡Siéntate mueve esas nalgas!-gemía el viejo chofer, que desde hace un rato le metía la verga a Natalia en el asiento trasero del auto, que estaba estacionado en un callejón.
-¡aaahhh! ¡aaaahhhh! ¡aaahhhh! ¡aaahhhh!-Natalia no contestaba, solo se movía toda desnuda sentada encima del viejo recibiendo una vez más el miembro en su totalidad, estaba toda sudada ya llevaban un buen rato así.
-¡aaarrggghh! ¡Fue buena idea, hacerte salir hoy Naty! ¡aaarrgghhh! ¡Cada vez coges mejooooorrr! ¡Di que te gusta tanto como a miiiii!-decía el viejo alentando a la chica, que sentía que el orgasmo se aproximaba.
-¡me…me gusssta aaahhhh! ¡Me gusssta como me coges aaahhhh! ¡Me corrroooo! ¡aaaahhhhh Camiloooo me corrroooo!-grito la chica, que fue silenciada por un beso del viejo, que le apretaba las tetas dejándoselas marcadas con tremendos moretones, cansada de tanto cabalgar, seguía moviendo las caderas en busca de sentir la corrida del viejo en su vagina.
-¡tommmaaaa aaarrggghhh! ¡Me vengooooo aaaaahhh dentro otra vez aaaahhhh!-decía el viejo excitado, tomándola de las nalgas, la chica arqueaba la espalda sintiendo que le depositaban el semen, aferrada al asiento apretándolo con todas sus fuerzas.
Al poco rato llegaba Natalia, que también se sentaba a ver la película, se sentía apenada de que se dieran cuenta de lo que había hecho, y para no variar la única que lo hacía era Ingrid, que por momentos miraba como sonreía la jovencita, que recordaba la bromita del viejo, a la vez que sentía pulsaciones en su vagina, al igual de sentirla algo irritada por la cogida en el carro.
-ya que están todas aquí, vamos a ver otra película ¿Sandra me ayudas a hacer palomitas?-proponía Ingrid, levantándose del sillón para ir a la cocina.
-si doña Ingrid yo le ayudo-dijo la chica acompañándola, ya en la cocina y realizando los bocadillos, Ingrid le hablo a la chica.
-¿y cómo has estado Sandra? ¿Ya te va mejor, le sigues robando al viejo enano de Don Pablo?-Ingrid pregunto eso, la chica no sabía que ella estaba enterada de su modos vivendi.
-¿Qué yo le robo? ¡No como cree! Seré pobre, pero eso si muy honrada-decía la chiquilla que se comenzaba a poner nerviosa, porque sabía de los alcances de esa señora.
-¡jajaja no me hagas reír chamaca! Lo sé todo dime ¿Por qué le llevaste al viejo a mi hija Mireya? Si sabias que este viejo cabron, se la iba a merendar-la señora le soltó el chisme así sin más, la cara de Sandra cambio estaba atrapada, pero lo negaría o si no quien sabe que podría pasarle.
-yo no se la lleve, el viejo me engaño para quedarse a solas con ella yo…yo, no sabía que le iba a hacer-decía la chiquilla, viendo como Ingrid seguía haciendo las palomitas, sin ponerle atención.
-nada de eso, tu sabias muy bien, porque el viejo te amenazo, es más me platico que tu se lo propusiste eso estuvo muy mal, ¿no crees Sandrita?-Ingrid lo decía mirando de frente a una chica avergonzada por lo sucedido, por qué Sandra ya apreciaba a Mireya, la veía como su amiga y eso que le había hecho no la dejaba dormir.
-yo lo lamento mucho…. no lo quise hacer, pero en ese tiempo no conocía muy bien a Mireya, por favor no le diga nada, si ella se entera seguro me deja de hablar, prometo que la cuidare mucho desde este momento-con una sonrisa malvada Ingrid le dijo.
-está bien, pero me debes hacer un favorcito chamaca-la señora no sabía si confiar en ella o no, pero decidió amenazarla para que Sandra hiciera lo que le iba a pedir, la chica solo asintió con la cabeza agachándose, ya que desde que conoció a Mireya no le faltaba alimento, o un lugar donde alejarse de su familia disfuncional a la que pertenecía, en pocas palabras Mireya la ayudaba mucho.
-¡pero de una vez te digo chamaca! si platicas esto con Mireya, te juro que ayudo al viejo Pablo para meterte a la cárcel ¡!conmigo no se juega!! Ahora pon atención a lo que vas a hacer-en la cocina y terminando las palomitas, Sandra escuchaba escandalizada lo que Ingrid le proponía, al principio ella se negó pero Ingrid la convenció con amenazas y chantajes, ahora era solo esperar a que la chica actuara, Ingrid salió de la cocina con tremendo platón de palomitas, atrás la seguía la chica con otro más grande sentándose como siempre junto a Mireya, Ingrid volvió a su lugar, en las piernas de Ricardo, apagaron la luz según para que se viera como en el cine.
Ricardo miraba a todas las chicas, se sentía extraño de estar con puras mujeres, sentía las nalgas de Ingrid grandes y duras sobre sus piernas, no le molestaba ni le pesaba cargarla todo lo contrario, él era un hombre muy fuerte y era difícil que las piernas se le durmieran, así que estaba feliz por la reunión, hacía mucho tiempo que no veía a toda su familia junta.
También se podría decir que estaba aburrido, por ser la película de temas femeninos de esas comedias románticas donde todo al final termina bien, la pantalla alumbro el cuarto por una acción peliculera, donde la pareja en cuestión se besaba, las cuatro chiquillas suspiraron y aunque Ingrid era como el diablo, no pudo dejar de sentir bonito por lo que había visto en la pantalla, Ricardo que miraba ya para otro lado, pudo ver como la falda de mezclilla que llevaba Sandra, se le había subido un poco más de la cuenta, esto por estar recostada en el sillón con la cabeza en la piernas de Mireya, ella estaba de lado con las piernas dobladas, Ricardo creyó ver el comienzo de su triangulito dejando ver unos calzoncitos amarillos, pero no estaba seguro Sandra hizo otro movimiento y ahora si pudo comprobar que eran sus calzones, el señor de la casa ya no ponía atención a nada, trataba de acomodar su vista a las sombras y luces destellantes para poder ver más de la chica, así estuvo casi como media hora, hasta que Sandra se acomodo su pequeña ropa.
-dios mío que acabo de hacer, perdóname Mireya pero no puedo ir a la cárcel, espero que no me haya visto, por favor dios que Don Ricardo no me haya visto-pensaba Sandra muy arrepentida por lo que a propósito y chantajeada había acabado de hacer, mirando como Ricardo besaba a Ingrid como desquitándose pensando en lo que había visto, el era algo recatado y nunca se atrevía a ver de mas a las féminas, pero esto le cayó de sorpresa y no quiso desaprovechar la oportunidad.
-aahhhh con que esas tenemos Ricardito, te gustan las jovencitas que bueno así caerás mas rápido-pensaba la señora de la casa, su plan seguía viento en popa.
La película termino, todos se levantaban estirándose y deslumbrados, prendieron la luz ya eran más de las once de la noche, y Ricardo impidió que Sandra se fuera a su casa, Camilo ya se había ido desde hace rato y ni él ni Ingrid quería salir para irla a dejar, y así acordaron instalarla en el cuarto de huéspedes, que era el único que quedaba abajo.
Después de cenar y de una plática de chicas en la sala, Mireya, Rebeca y Sandra decidieron descansar eran casi la una, cuando en la casa de la familia Del Valle las luces se apagaron.
Treinta minutos más tarde, Ricardo bajaba no podía dormir le echaba la culpa a la televisión, ya que habían visto dos películas y el no estaba acostumbrado a verla tanto, tomo su coñac y se sirvió una copa, estaba parado junto a la chimenea, cuando escucho que se habría una puerta.
Con la luz de la lámpara de la calle, pudo notar una figura femenina que se acercaba poco a poco, quería prender la luz, pero el interruptor estaba lejos, sabia de quien se trataba así que sin más, camino hacia ella, Sandra apareció ante sus ojos vistiendo una camisa de franela de cuadros rojos, abierta de todos y cada uno de los botones, con su cabello amarrado en un chongo, descalza, y con un pequeño shortcito parecido a los que usaban las gemelas, dejando ver sus delgadas piernas blancas.
-Sandra que haces aquí, vete inmediatamente a tu cuarto y descansa-dijo el señor, al ver que la jovencita iba casi desnuda.
-¿no quiere compañía señor Ricardo? No puedo dormir estoy muy solita-dijo la chica mirándolo a los ojos muy cerca de él, colocando su mano en el pecho de Ricardo, que la miraba desconcertado.
-Sandra por favor vete o tapate, mira que casi bienes desnuda-dijo tomando el primer botón de la camisa para cerrarlo, la chica al ver la acción le tomo las manos tratando de impedirlo, ella también estaba nerviosa.
-no me tape, no tengo frio, tengo mucho calor ¡mmmmm! Que calor hace aquí-dijo mordiéndose el labio de forma sensual, la carita de ángel que tenia la hacía ver muy cachonda, Ricardo nervioso trataba de no perder los estribos y abalanzarse a ella, su familia estaba arriba los dos hablaban muy bajito para que no se escuchara.
-es mejor que me retire, descansa Sandra-dijo Ricardo, para tratar de salir de la situación.
-yo solo le quería agradecer por dejarme quedar aquí y dejarme ser amiga de su hija, es una chica muy buena y yo la quiero mucho, pero veo que lo puse nervioso, disculpe-dijo la chiquilla acercándose para taparle el paso.
-no te preocupes, te puedes quedar cuando quieras, y porque no dejaría que fueras amiga de mi hija-pregunto el señor que en realidad no se quería ir, quería ver un poco más a la linda jovencita que tenía enfrente y la plática fue un buen pretexto.
-no lo sé, tal vez porque soy pobre y ustedes son muy ricos-Sandra seguía muy cerca observando al señor que podría ser su padre, viéndolo bien no era feo de hecho era muy atractivo, esto la envalentono mas, el nerviosismo estaba saliendo de su cuerpo, así que sin más lo abrazo pegándosele todo lo que pudo.
-yo nunca te trataría mal, eres una chica muy linda, si eres pobre no importa pero ya basta, es mejor que te retires-dijo el señor que también la abrazo, se sentía bien ese cuerpecito delgado cerca de su cuerpo, la sangre le hirvió pero él era un buen hombre, nunca intentaría algo con Sandra.
-me puede llevar, es que el piso esta frio-dijo la chica, al tiempo que lo tomaba de los hombros esperando que la cargara, Ricardo sin mayor problema la levanto en sus brazos para salir rumbo al cuarto, los dos se miraban llegaron al cuarto el señor ya estaba a punto de bajarla, cuando sintió que la chica acerco su boca para besarlo, Ricardo sorprendido no la soltó recibió el beso tomando a la chica con fuerza, se comían las lenguas el señor desde que le vio sus braguitas en el sillón, quería tocarla la chica sentía su aliento con sabor a coñac, nunca había besado a un hombre como él y el hacía mucho tiempo que no besaba unos labios juveniles, Ricardo reaccionando se separo del beso bajando a la chica, para salir lo más rápido posible, Sandra al sentir que se le iba lo tomo del brazo.
-por favor señor no se vaya ¿Qué no le gusto? ¿No le atraigo? Sé que soy una niña, pero a mí me gustan los mayores-dijo volteándolo para verlo, Ricardo quedo en shock por lo que llego a sus oídos.
-no, no, no, que estás diciendo niña, tú no puedes estar hablando en serio-dijo incrédulo nervioso
-por favor Don Ricardo ¿no le gusto? Míreme-Sandra dejo caer la camisa a sus pies, exhibiéndose ante el maduro señor del valle, que no podía creer lo que veían sus ojos, nunca había visto un cuerpo tan delicado como era el de Sandra, pero pensando correctamente no dijo nada solo salió del cuarto, dejando sola y desnuda a la chiquilla.
-per...perdóneme, Don Ricardo yo…no...no fue mi intención-dijo mirando como el hombre salía, tomo su camisa se la coloco y se metió en la cama avergonzada, su intento de seducción fallo no sabía si era mejor así, lo que si sabía era que no tendría otra oportunidad.
3 minutos pasaron, en la alcoba Sandra seguía avergonzada, de pronto sintió que alguien entro y sin preguntar se acerco a ella, para tomarle la cara y darle otro beso, Don Ricardo como desesperado besaba a Sandra en la mejillas, labios, barbilla, frente, en todo su rostro y Sandra devolvía los besos como si se tratara de su novio, parando un momento dijo.
-eres muy hermosa mi niña, te deseo nunca he estado con alguien como tú, pero ahora no se puede yo te diré cuando, si es que tu quieres también-dijo Ricardo muy serio, esperando una respuesta.
-si quiero y entiendo que ahora no se puede, solo dígame cuando y donde y seré suya, se lo prometo mi cuerpo será suyo Don Ricardo-el señor se levanto para retirarse, la chica le mando otro beso mirando cómo le cerraba la puerta, todo fue extraño para ambos, pero más para Sandra que sintió que no lo hacía por la amenaza de Ingrid, con una sonrisa picarona se quedo dormida.
En la mañana todas se fueron a sus ocupaciones, las chicas a la escuela y Sandra a vagar se seguía sintiendo extraña pero no le importaba, había decidido dejarse llevar, Ricardo por su parte le quería marcar para verse y poder follarse a la jovencita, pero la moral no lo dejaba.
En la tarde, Natalia entraba al facebook y se encontraba con su tía Karina, hermana de su difunta madre ella viva en otro país así que no las veía para nada, solo hablaba con ellas por ahí.
Natalia que se sentía un poco sola, ya que con todo lo que le hacía Camilo y lo cambiada que estaba Mireya, cada vez le costaba mas acercarse a la familia, Karina que tenía más de cinco años sin ver a sus sobrinas sintió melancolía y un poco de pena por lo que le contaba la chica, también se alarmo un poco, ya que la gemela le platico que la influencia de su madrastra, hacia con Mireya la estaban convirtiendo en otra.
-muy bien Natalia, en unos días iré espérame le diré a tu padre que les de permiso para venir unos días conmigo-Natalia se puso feliz, ya que últimamente el viejo Camilo no la dejaba, siempre se la quería estar culeando y le preocupaba que un día la embarazara, ya que casi todas las veces se corría dentro claro que esto no se lo conto a su tía.
-ya me lo esperaba si luego, luego se ve que esa “señora” es una corriente, hay cuñado que madrastra les conseguiste, espero que no les haya hecho bastante daño, Mireya, Natalia las voy a rescatar de esa mujer-Karina era una persona muy decente, se había casado una vez pero el engaño del esposo hizo que desconfiara de todas las mujeres, y a diferencia de las jóvenes gemelas ella era una mujer de mundo, ósea era igual que Ingrid, pero sin lo mala y lo puta.
Sin saber lo que le venía, Ingrid se despedía de su padrote muy feliz por la cogida que le había dado esa mañana.
-ya esta, he creado una distracción llamada Sandra, en unos días mi amor tendrás a la chamaca cógetela bien, trátala como a mí-le decía despidiéndose con un beso en la mejilla.
-jajaja ese maldito de Ricardo, se arrepentirá de lo que me hizo, no pude tener a la madre pero tendré a la hija jajajaja-este hombre reía y parecía conocer a Ricardo.
A unos kilómetros de ahí, los profesores Benito y Guillermo, miraban las fotos de Mireya en sus celulares, comiéndose un rico filete en un restaurante, ellos se habían hecho muy buenos amigos.
-pinche Benito, la tenemos hay que chantajearla para que nos de las nalgas, ya me urge-decía el fortachón maestro muy emocionado.
-tranquilo, eso es lo que haremos se acercan las vacaciones, hay que metérsela antes de que termine el año no crees-contestaba el viejo decrepito con cara de momia, brindando con la cerveza que tenia y riendo, por pensar en lo que se les vendría.
Natalia desde la ventana de su cuarto, veía como Mireya platicaba con sus amigos los vagos, sentía celos de ver que ella había podido salir del cascaron como habían prometido, mientras que sentía que se hundía en sus preocupaciones, por momentos también sintió celos de Rebeca, que parecía que le había robado a su hermana…